La música destaca el trasfondo ecológico de este pueblo. Cada una de las danzas tiene fundamento en la biodiversidad animal del bosque, la maravilla de la flor, entre otros aspectos a resaltar: cari par cari, con la gracia y la destreza del colibrí; diarré cari la travesura del mono; curiba Kari, la destreza y agilidad del ñeque, o incluso encuentra gracia en el movimiento del gallote o gallinazo, con angozó Kari. También se puede destacar la fiereza y agilidad del jaguar, con Imamá Kari, solo por citar algunos ejemplos.
Acerca del Baile Embera
El baile, aunque también ecológico en esencia, añade la forma divertida en que el emberá percibe la vida, así como sus valores, aunque no tiene naturaleza mística o religiosa. La cimarrona, con sus movimientos bruscos, pero de gran habilidad; la flor del guayacán, destacando el valor uno de los árboles industriales de la etnia; la cumbia del ñeque, sumamente graciosa y de talento. En el baile, no solo se destacan valores zoológicos o botánicos; su ejecución también refleja su cultura ambiental en los instrumentos musicales: el bombo, con sus pieles de zaino y de venado; la requinta, piel fina de zaíno; el caparazón de tortuga (Chiviguí), con sonidos de la naturaleza, las maracas, – Saün o totuma, con semillas duras del bosque, en cuya ejecución debe lucirse el músico, con sus movimientos únicos y personalizados, en los que pone todo su empeño.
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